sábado, 26 de marzo de 2011

Mariano Graneros Junco, mártir de la revolución de Chuquisaca.

Mariano Graneros Junco nació el 5 de enero de 1771 en La Paz (Bolivia), hijo de Manuel Graneros y de Josefa Junco ó Funco, ésta de origen “Aimara”.

Era conocido como "Challatejeta" (arena retobada) por su baja estatura y gordura.

Entre 1802 y 1807 ejerce los cargos de alguacil y carcelero, además de poseer un café y billar en la esquina de la calle de La Merced donde se reunían los independentistas, a cuyo partido se unió tempranamente.

El 17 de junio de 1802 se casa con Manuela Pagadora, siendo testigo de su matrimonio don Ramón Riberot. Tienen cuatro hijos: María Agustina (nacida en 1802), Liberata (nacida en 1806) y Jerónima, que nacida en julio de 1809 fue apadrinada por Pedro Domingo Murillo, hijo del cura Ciriaco Murillo.

El 12 de julio de 1809 se reúnen en la casa del cura Sebastián de Figueroa, Mariano Graneros, Melchor Jiménez “el pichitanga”, Hilarión Landaeta, Julián Gálvez, Juan Cordero y otros muchos y se decide dar el golpe el 16 de julio durante la procesión de la virgen del Carmen. Allí fue encargado junto a Melchor Jiménez para sondear a los soldados del batallón de guardia. En la fecha prevista el batallón de milicias al mando de su segundo jefe Juan Pedro de Indaburu copó el cuartel de veteranos mientras la población se volcaba a la plaza.

Tras la revolución, fue nombrado capitán de la primera compañía de Granaderos teniendo como segundo al teniente Hipólito Landaeta. Declarada el 18 de julio la guerra a Puno, el 24 de septiembre partió con sus fuerzas hacia Tiahuanaco bajo el mando de Juan Bautista Sagárnaga.

Tras la dispersión de las tropas rebeldes el 25 de octubre en los Altos de Chacaltaya a manos de Jose Manuel de Goyeneche, Mariano Graneros se retiró hacia las Yungas. Con el grado de comandante participó de los combates finales en Chicaloma e Irupana, el 11 de noviembre de 1809.

Consiguió huir pero en el Alto de Pampahasi fue sorprendido y detenido por una partida al mando de Miguel Chávez, tras lo que fue conducido encadenado a La Paz el 4 de noviembre.

El fiscal Pedro López Segovia tomó su declaración el 8 de noviembre de 1809. Firmó su confesión el 6 de enero de 1810 y fue condenado a muerte. Esa noche fue conducido al Seminario, se le comunicó la sentencia y fue puesto en capilla. El día 29 de enero fue ahorcado junto con Juan Antonio Figueroa, Basilio Catacora, Apolinar Jaén, Buenaventura Bueno, Juan Bautista Sagárnaga, Melchor Jiménez, Gregorio García Lanza y Pedro Domingo Murillo, quien pasa a la historia por la famosa frase “la tea que dejo encendida, nadie la podrá apagar, viva la libertad”. A las seis de la tarde descolgaron sus restos, que fueron sepultados en el atrio del Templo del Carmen.

Es considerado el sexto protomártir de la independencia de Bolivia. Cada 16 de julio se celebra la independencia, cuya lucha llevó 15 años desde 1809 y de 102 líderes que lucharon contra la corona española, solo 9 sobrevivieron a la independencia de Bolivia en 1825.

Una calle de la ciudad de La Paz lleva hoy el nombre de Mariano Graneros.

martes, 8 de marzo de 2011

Manuel Granero Valls, torero valenciano.

Nació el 4 de abril de 1902 en la calle del Triador nº 35, donde hoy se encuentra una placa conmemorativa (otros sostienen que en la calle San Antonio nº 1), del valenciano barrio del Pilar. Hijo de Manuel Granero y doña Consuelo Valls Chuliá (o Juliá). Descendiente de una familia burguesa procedente de Chella (Valencia), cursa estudios de música, llegando a ser un buen violinista.

A los 12 años, el domingo 11 de octubre de 1914, se lanzó de espontáneo a la plaza de toros de Valencia durante el festival que fue organizado por los vaqueros del coso. Su presentación vestido de luces sucedió en Valencia el 7 de junio de 1917 en un festejo nocturno. Su afición a los toros le lleva a trasladarse al campo de Salamanca, donde actúa como becerrista en 1920. Enseguida torea en Madrid, el 29 de junio de 1920, donde pronto agota las entradas.

El 28 de septiembre de 1920, toma la alternativa en La Maestranza de Sevilla, de manos de Rafael “el Gallo”, que le cede el toro “Doradito”, y con Manuel Jiménez “Chicuelo” como testigo. Al día siguiente vuelve a actuar en Sevilla, esta vez en la Plaza Monumental, junto a El Gallo, Chicuelo y Belmonte, dando una vuelta al ruedo. El 22 de abril de 1921 confirma la alternativa en Madrid, con toros de Gallardo, Chicuelo como padrino y Carnicerito de testigo. A este festejo acuden la Reina y la Infanta Dª. Isabel. Ese año llega a torear 94 corridas, liderando el escalafón taurino.
En 1922 comienza la temporada con gran éxito, contándose sus triunfos por actuaciones. El día 7 de mayo, vestido de negro y oro, actúa en la desaparecida plaza de toros de Madrid de cuatro caminos en su decimotercera corrida del año, mal número, con Juan Luís de la Rosa y Marcial Lalanda. Tras triunfar con su primer toro de Albaserrada, su segundo toro “Pocapena”, de la ganadería del duque de Veragua, le coge por el muslo, y en el suelo, le tira varios derrotes, acertándole en uno estampándole contra la barrera, tras lo cual lo vuelve a cornear de forma que en uno de los derrotes el cuerno penetró por el ojo derecho del torero destrozándole el cráneo, causándole la muerte de manera casi instantánea tras entrarlo en la enfermería. “Pocapena” y Granero estaban destinados a verse las caras, pues también le correspondió en el sorteo para la corrida anunciada para el 19 de agosto en Ciudad Real. El festejo se suspendió y al año siguiente “Pocapena” viajó a Madrid.

El féretro se trasladó a hombros por la cuadrilla hasta la estación de Atocha, desde donde viaja a Valencia. Su entierro en Valencia fue una multitudinaria manifestación de duelo, con las calles repletas de gente por donde pasó el cortejo fúnebre.

El mausoleo donde se encuentra enterrado es obra del escultor José Arnal García, y en el nunca faltan las flores frescas.

Años más tarde encontramos a un primo suyo debutando en Valencia como torero también:

“En Valencia se celebró un festival a beneficio de los empleados de la Diputación. Cinco utreros de la ganadería de López Cobos, para los noveles diestros Espontaneo Fort, de Torrente; Niño de Guadasuar, Martín, de Alboraya, y, como nota interesante, el debut de José Granero, primo del malogrado torero del mismo apellido. Dirigieron la lidia los matadores de toros Felix Rodríguez, Manilo Martínez y Enrique Torres, quienes banderillearon estupendamente. Los aspirantes a «ases» no demostraron nada digno de mención”.

Muchos son los sucesos extraños referentes a la muerte del torero, su corrida número trece del año, el toro “Pocapena” había estado destinado a él en la corrida del año anterior el 19 de agosto en Ciudad Real, por lo que al año siguiente “Pocapena” viaja a Madrid, tras salir vestido de luces de la casa de su amigo valenciano el periodista Manuel Gómez Domingo “Rienzi”, Dolores Redondo, mujer del periodista, acude a la iglesia para rezar por el torero y le enciende un cirio que cae violentamente al suelo, al llegar a casa, comprueba que se le ha apagado una lamparilla que había puesto a la Virgen de los Desamparados antes de salir. Blanquet, banderillero de Granero, también había sido peón de Joselito al que vio morir en Talavera de la Reina, afirmó que en ambas tardes los toreros “olían a muerto”. También se dice que ese año de 1922 programaron en el teatro de Ruzafa de Valencia las obras “Granero Club” y “Pocapena”, estando meses antes de su muerte juntas en el cartel.

Para terminar, el 3 de noviembre de 1960, durante unas reformas en el mausoleo, se abrió el féretro de plata (igual al de Joselito) y se descubrió el cuerpo incorrupto del torero. Su hermana Consuelo Granero que se hallaba presente quedó estupefacta. Durante semanas se habló en los periódicos del tema, hablando de la supuesta santidad del torero, abriéndose una investigación por el Ayuntamiento presionado por la iglesia valenciana. La explicación llegó semanas más tarde al saberse que el torero había sido concienzudamente embalsamado para su traslado desde Madrid, pagando 7.500 pesetas, una cantidad desorbitada para la época. Puede seguirse toda esta historia en la hemeroteca del diario Las Provincias.

Muchos son los escritores, poetas y cantantes que le han homenajeado. Ernest Hemingway menciona al torero en su libro “Por quien doblan las campanas”. El poeta Blas de Otero que conoció de muy niño al torero cuando éste acudía a casa del padre del poeta a tocar el violín, le escribe un magnífico poema y el gran Rafael Duyos le canta:

“Valencia tuvo un torero
cuando no lo tuvo nadie.
Cuando, después de Gallito,
subsiste el trono vacante.”

Terminamos con un pequeño video donde podemos ver su traslado desde Madrid y posterior multitudinario entierro en Valencia: