domingo, 13 de noviembre de 2011

Del "Corral de los Leones" a los Barrasa y los Granero pasando por Miguel de Cervantes

Durante el medievo, eran muchos los monarcas y nobles que disfrutaban del entretenimiento de una variada fauna, llegando a poseer animales de las más diversas especies. Este es el caso del monarca Enrique IV de Castilla y su “corral de los leones”.

En el centro de la ciudad de Segovia, poseían los reyes una residencia palaciega, parte de la cual todavía se conserva, conocida como Palacio de San Martín. En dicha residencia poseía el llamado “corral de los leones”, en cuyo patio andaban a sus anchas siete leones.

Cuenta Gonzalo Fernández de Oviedo en sus “Batallas y Quincuagenas” la historia de un caballerizo del Rey Enrique IV, que para ayudar al leonero que se ocupaba de alimentarlos en un mal trance, entró dicho criado del Rey y desenvainando su espada arrincona a los leones y recogiendo el bonete amarillo que le había caído al leonero, se lo pone en la cabeza y pone a salvo al leonero. Se trata de Alonso de Barrasa, y además se nos dice que en unas fiestas del Rey, saca el dicho Barrasa un león por cimera que dicho autor llega a ver en la ermita de Santa María de Atocha de Madrid, muy ligada como sabemos a los reyes.

Se trata del mismo que cuando iban a degollar al Maestre de Santiago don Álvaro de Luna, éste le dice:

“Ven acá Barrasa. Tú estás mirando la muerte que me dan. Yo te ruego que le digas al príncipe mi señor, que dé mejor galardón a sus criados, que el rey mi señor mandó dar a mí”.

Además nos dice el lugar de enterramiento del tal Barrasa en el monasterio de San Francisco de Segovia, en una de las capillas de la izquierda de la iglesia y el escudo de armas con el que lo recompensa el Rey:

“un escudo de goles vel sanguino e siete leones blancos vel argénteos, de tres en tres, en pal, mirándose ellos los unos a los otros, en medio dellos una espada desnuda azul, con la guarnición de oro, e debajo de la punta de la espada otro león que mi
ra a la parte derecha del escudo, e los seis miran a la espada, unos hacia otros los rostros”.

Pocos años después, se vuelve a recoger el hecho en un pleito que se encuentra en la Chancillería de Valladolid sobre la hidalguía de Juan de Cárdenas contra la villa de Chinchón (Madrid), iniciado en 1563 y concluido por sus hijos el 3 de enero de 1594. La versión varía un poco, aunque también la recoge así Oviedo, diciéndose que tras arrojar una doncella de la futura Reina Isabel La Católica un guante al dicho corral, baja y desenvainando su espada hace frente a los leones y con la punta de la espada recoge el guante de la dama. Tras entregar dicho guante a la dama, le obsequia con un bofetón para que no vuelva a poner en riesgo a nadie por sus caprichosas ocurrencias. Tras el hecho, el rey le recompensa dándole por armas “siete leones”.

De esa ejecutoria y otros documentos arrojamos luz sobre dicho asunto y genealogía de la familia:

Tenemos a Diego de Barrasa, vecino de la ciudad de Segovia, caballerizo mayor del Rey Juan I, casado con María Álvarez. Tienen por hijo a Urbano de Barrasa, casado con Aldonza de Covarrubias y vecinos de Segovia, en unas casas en la parroquia de Sahagún, que más tarde pasan a ser propiedad de Juan de Cáceres y su madre Elvira de Castro. Urbano es Comendador de la Orden de Santiago. Estos tienen por hijo a Diego de Barrasa “el viejo” que se traslada a Esquivias (Toledo) y casa con Susana Porcel de Cárdenas. Tienen tres hijos, Urbano de Barrasa, Juan de Cárdenas y Diego de Barrasa. Los testigos aseguran haberlos visto muchas veces en las casas del Marques de Villena y Moya.

Del segundo hijo, Juan de Cárdenas, sabemos que casa con Magdalena de Sanchiznar y es vecino de Chinchón (Madrid), siendo el que pleitea su hidalguía falleciendo en 1592, antes de que concluya, prosiguiéndola sus hijos Diego de Barrasa Cárdenas, Juan de Cárdenas, Isabel de Cárdenas y Catalina Quijada, vecinos de Chinchón (Madrid).

Del tercer hijo, Diego de Barrasa, sabemos que casa con Aldonza de Ávila o Avellaneda, y que es vecino de Escalona (Toledo), dejando al menos dos hijos, el Capitán Francisco de Barrasa y Cárdenas y María de Barrasa.

El capitán Francisco de Barrasa y Cárdenas marcha al Perú en compañía del Virrey, llegando a ser Gobernador de Tucumán entre 1602 y 1605. Casa con Juana Barba de Coronado (hija del Capitán Fernando de Coronado y Antonia de Figueroa), dejando dos hijos, Luis de Barrasa y el General Antonio de Barrasa y Cárdenas, nacido en La Paz (Bolivia) y casado con Isabel Fernández de Córdoba, dejando dos hijas naturales, Francisca y Luisa.

Por otra parte, María de Barrasa casa con Martín Coello de Frías, natural de Ocaña (Toledo), hermano de Francisca Coello de Frías (pleitea hidalguía contra la villa de Ocaña, casada con Gaspar de Montemayor, vecino de Cuenca, de muy noble familia), ambos bisnietos de Martín Coello, Caballero de Santiago y uno de los cuatro camareros de los Reyes Católicos, cuyo abuelo, Egas Coello, primer Señor de Montalvo se viene de Portugal tras la muerte de la famosa doña Inés de Castro. Dejan al menos tres hijos:

1-Pedro de Barrasa y Frías. Nacido en Escalona (Toledo). Casa con Isabel de Torres (hija del capitán Santos Blázquez Nieto, descubridor y conquistador de las provincias de Tucumán e Isabel de Torres). Llega a Perú con el Virrey Luís de Velasco. Su tío Francisco le dona la encomienda en Santiago del Estero de San Juan de Lasco.

2-Rui López de Frías Coello. Nacido en Escalona (Toledo). Pasa a Perú en 1592 a vivir con su tío Francisco, junto con su hermana.

3-Susana Porcel de Cárdenas. Nacida en Escalona. Pasa junto a su hermano a Perú en 1592. Una vez allí, casa con Juan Granero de Alarcón, natural de Campo de Criptana (Ciudad Real) y procedente de una de las más importantes familias de la zona. Dejan un hijo, Francisco Granero de Alarcón, presbítero de Cooní y Collana, en Indias.

Juan Granero de Alarcón es hijo de Francisca Miguel Galindo, perteneciente a la familia Miguel Galindo, la más importante en esa fecha de Campo de Criptana. Su padre es Alonso Granero de Alarcón, de otra noble familia asentada en Campo de Criptana y oriunda de Alarcón (Cuenca). Ambos viajan a las indias por la intercesión del entonces obispo de Charcas Alonso Granero de Ávalos, hermanastro por parte de padre del padre de Alonso Granero de Alarcón.

Que qué tiene que ver Cervantes en todo esto?

A saber. Del famoso “corral de los leones” u otro corral, quien sabe, se habla en la novela de caballería “Palmerín de Olivia”, del año 1511. Dicho libro es uno de los que quema Cervantes en su Quijote, ridiculizándolo.

Como hemos dicho, Diego de Barrasa es vecino de Esquivias, por lo que es seguro que ambos se conocieron y quizá hasta Cervantes conoció la historia de dicho Barrasa.

Además, sabemos del matrimonio de Francisca Barrasa con Alonso de Salazar, familiar de la esposa de Cervantes, doña Catalina de Salazar y Palacios, emparentados a su vez con los Núñez de Madrid (Andrés Núñez de Madrid, cura que mandó a El Greco pintar su famoso cuadro "El Entierro del Conde de Orgaz"), emparentados a su vez con los Ávalos de Toledo, y ya sabemos que la madre Alonso Granero de Ávalos Obispo de Charcas era Ávalos de Toledo.

Llegados de nuevo a los Granero, hemos de decir que el lema que reza en el escudo de los Granero es:

“Granero Heredia añade el león que mataste que a tu Rey bien amparaste y este hecho es señero”.

Por otra parte está Alonso Granero de Alarcón, padre de Juan, familia lejana del Capitán Sebastián Granero de Alarcón, de cuya relación con Cervantes y su hija ya se ha hablado en otra entrada.

Y a más inri, hemos hablado también de dos Aldonza, una Quijada …. no les parece todo muy quijotesco? ……

Ya lo dijo don Francisco Granero y Martínez-Borja, historiador aficionado de Campo de Criptana que también escudriñó los antecedentes del linaje de Granero, llegándole a afirmar a Carlos Sander la naturaleza criptanense de Alonso Quijano y recogido en su libro “En busca del Quijote”.


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